El sentido de la vida: cuando todo parece vacío
A veces llega el silencio.
No el que calma, sino el que pesa. Ese que llega cuando ya no sabemos qué estamos buscando… ni por qué seguimos.
Hay momentos en los que la vida pierde color.
El trabajo ya no motiva, las metas ya no emocionan, las rutinas pesan y todo se siente… vacío.
Y en medio de ese vacío, surge una pregunta que muchas evitamos:
¿Cuál es el sentido de todo esto?
No estás sola si lo has sentido.
No eres débil, ni estás “mal”.
Estás viva. Y eso, a veces, duele.
Vivimos en un mundo que nos exige logros, rapidez, respuestas inmediatas.
Pero nadie nos enseñó a detenernos y sentir. A hacerle espacio al alma.
Y es ahí, justo en esa pausa, donde empiezas a descubrir algo diferente.
Porque el sentido de la vida no siempre llega como una gran revelación.
A veces se esconde en lo más simple:
- En el abrazo de alguien que te ama.
- En el aroma del café en una mañana tranquila.
- En una conversación honesta.
- En el acto de hacer algo pequeño… pero con el corazón.
Tal vez no se trata de “encontrar” el sentido de la vida.
Tal vez se trata de crear sentido.
De elegir, cada día, hacer algo que te conecte con la vida.
Con lo verdadero. Con lo que importa.
Pregúntate:
¿Qué me hace sentir viva?
¿Qué disfruto, aunque nadie lo vea?
¿Qué puedo hacer hoy que me acerque, aunque sea un poco, a esa versión de mí que deseo ser?
La respuesta no está afuera.
Ni en una fórmula, ni en una receta mágica.
Está en ti. En tu historia, en tu sensibilidad, en tu búsqueda.
Y si hoy te sientes perdida, desconectada o sin rumbo, recuerda esto:
A veces, el camino comienza cuando te detienes.
Cuando sueltas lo que no eres, para empezar a volver a ti.
No estás vacía. Estás en pausa.
Y toda pausa contiene el poder de un nuevo comienzo.