Recupera tu energía desde el plato
Hay días en los que el cuerpo pesa, la mente se nubla y el alma se apaga un poquito.
Y muchas veces, sin darnos cuenta, lo que comemos tiene mucho que ver con cómo nos sentimos.
No hablamos solo de calorías o nutrientes…
Hablamos de energía vital.
Esa que te da ánimo, claridad, alegría.
Esa que te ayuda a rendir, a cuidar, a soñar… y también a sostenerte cuando el mundo te exige tanto.
Y sí: la forma en que comes puede devolverte esa chispa.
Tu comida no es solo combustible. Es vibración.
Cada alimento tiene una energía.
Los que vienen de la tierra, los que tienen color, vida y frescura, nos conectan con lo esencial.
En cambio, los alimentos ultra procesados, artificiales o cargados de azúcar, aunque nos dan un subidón momentáneo, muchas veces nos dejan más cansadas que antes.
¿Quieres más energía? Elige lo que te conecta con lo natural, lo vivo, lo real.
¿Qué alimentos te recargan?
Aquí algunos que no solo nutren, sino que también elevan tu energía física y emocional:
- Frutas y verduras frescas: especialmente las de colores vivos (zanahoria, espinaca, mango, arándanos, remolacha).
- Granos enteros: arroz integral, quinoa, avena, que liberan energía de forma constante.
- Frutos secos y semillas: nueces, almendras, chía, linaza (grasas buenas que alimentan tu cerebro y tu ánimo).
- Proteínas limpias: huevo, pescado, pollo, legumbres.
- Infusiones naturales: jengibre, menta, té verde, manzanilla.
Tu energía también depende de cómo comes
A veces no es lo que comemos… sino cómo lo hacemos.
- ¿Comes apurada?
- ¿Saltas comidas?
- ¿Comes frente al celular o sin darte cuenta de lo que hay en tu plato?
Tu cuerpo necesita presencia. Agradecimiento.
Espacio.
Y tú también.
Regálate esos minutos para ti.
Aunque sea una vez al día, haz de tu comida un ritual de reconexión.
Ejercicio consciente:
Hoy, en tu próxima comida:
- Respira profundo antes de comer.
- Mira los colores de tu plato. Agradécelos.
- Mastica lento. Siente los sabores.
- Pregúntate: “¿Esto me da vida?”
- Y al terminar, di a ti misma: “Gracias por cuidarme hoy.”
Haz esto durante una semana y observa cómo cambia tu energía.
“Alimenta tu cuerpo como quien riega una planta cansada…
con cariño, con atención, con presencia.
Lo que pones en tu plato puede ser cansancio o medicina.
Puede ser olvido… o puede ser amor.”